En recuerdo de Éluard y Péret
Mientras te cambias de piel para trabajar en una calle sin calefacción y los papeles confidencialmente secretos se cristalizan un segundo antes de partir en dos el correo de ayer.
El hambre de un yate colorado sé tu nombre.
Silbidos profundos de gargantas pequeñas, la malversación de fondos submarinos está en boca de los friegaplatos de aquí a la mina de plata descubierta por un viejo a punto de morir por su familia.
La radio es un invento incestuoso como un esqueje de cereza en cereza los pasos tras los pasos.
Quizá los elefantes muerdan sus colmenas unificadas bajo la bandera del fin de los tiempos.
Otras jubilaciones, nuevos retos. Directos hacia el gusano del heno.
El bonito recuerdo de un calzado incómodo para huir de atracos masivos.
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